Eternal sunshine of the spotless mind (Dir. Michel Gondry) Cada vez que intento volver a entablar una relación con otra chica tiendo a recordar mucho el primer amor que tuve, el origen de este, creo que lo hago como una forma de auto-protección, una manera de comprobar si los ojos que en ese momento me miran son verdaderos o falsos. Vi Olvídate de mí un sábado por la noche en donde muerto de frío y sentado bajo un televisor de 19 pulgadas comía un plato de arroz con fideos largos en un chifa cercano a mi casa, era tarde ya y miraba a todos comer para equilibrar mi tristeza. Cuando intentaba usar los palitos chinos en lugar de los cubiertos de metal, quedé indefenso viendo esa imagen sobre el hielo en la que Joel Barish (Jim Carrey) echado junto a Clementine Kruczynski (Kate Winslet) dice mirando las constelaciones: Nunca antes he sido igual de feliz en toda mi miserable existencia. Fue duro para mí sentirme un poco como Joel, recordar mis amores antiguos rebuscándome el cuerpo como si alguien me registrase el alma con sardonia. Me ilusioné mucho de regreso a mi cuarto alucinando que si lo planteado en el film fuese cierto me habría gustado poder borrar todos los errores latentes de mi vida para así curado poder volver a vivir de nuevo siendo olvidadizo, ya que ser libre no es simplemente dejar de llevar un yugo en el cuello o tirarse muchos lances diarios, es creo yo principalmente olvidar, descascarar la mugre, no recordar más, pensar sin actuar que todo empieza otra vez, desde un verdadero nuevo principio, eso que la mayoría de gente feliz impone en su mente para poder vivir relajado, respirando tranquilo, dejando de contemplar masoquistamente la propia existencia en donde las ilusiones son opacadas por estúpidos miedos oscuros.
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Canción: The Korgis - Everybody's got to learn sometime.
Calzón rosa, ula-ula imaginario: Kirsten Dunst.
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