sábado, 15 de diciembre de 2007

Mi vida en rosa (1997)

Ma vie en rose (Dir. Alain Berliner) Las cremalleras abiertas en los vestidos de mujer son para mirarse y no para subir. Corazones rosas, corazones plateados. Todas las amas de casa lucen ardientes, con ganas de subirse a la mesa, de bailar mejilla contra mejilla abrazadas por el hombre que aman en la oscuridad. La familia Fabre: Albert (Daniel Hanssens) y Hanna (Michèle Laroque), los padres. Los hijos: Zoe, la mujercita (Cristina Barget) Thom, el inteligente, Jean, el travieso y Ludo (Georges du Fresne) de 7 añitos, pelo a cerquillo y patillas alargadas, el más delgado y "bromista" de la casa. Llegar a un barrio mucho más bello, con gente más cordial, plagado de familias en las que la mayoría poseen hijos de las mismas edades, es toda una bendición para cualquier padre esperanzado en encontrar la felicidad en su tribu antes de que esta llegue en el momento de la pubertad. La vida del niñito Ludovic en cambio a diferencia de las de sus hermanos y compañeros de colegio es mucho más fucsia, encapsulada, él que padece de la edad en la que uno busca y define su propia existencia, juega con barbies, se pinta la boca con lápiz labial rouge, usa aretes robados de mamá, calza tacos punta de aguja, ama las flores en su cabecita, mira fijamente a algunos compañeritos lindos, no habla con muchas niñas, usa el calzoncillo al revés; es decir, piensa más como una gatita mimosa que como un hombrecito gangster, asesino, coleccionador de juegos electrónicos, de risa mentecata. Las manos del hombre con barba le dan de nalgadas a la mujer desnuda. Ludovic vestido de princesita dice que de grande quiere ser una mujer bonita. La abuela en el film (una mujer de no más de 40 años, asumo) junto con una serie de televisión llamada Pam y Ben que representa lo mismo que Barbie y Ken, el amor puro, el amor en pareja, serán los únicos aliados y consejeros cercanos del pobrecito incomprendido, Ludovic ¿Quién se casará conmigo? Parece preguntarse nerviosamente el varoncito-niña mirándose en el espejo con una capa de seda en el rostro y las manos en la cintura. Pam vuela por la ciudad bajo un mundo de plastilina, los sonidos de xilófono y campanitas suenan desde el pecho y su cintura, las lágrimas del freezer de Ludo son olvidadas como las pesadillas espantosas que te hacen llorar mientras una voz suave canta: dos ángeles vinieron esta noche y me trajeron hermosos regalos, el beat del paraíso suavizado, es el de un corazón de un casi niño-niña mujer. Caja de música, muñequita rubia. Eres hermosa abuela, no tienes arrugas. Abrazados con su hermana tras las redes de un arco de fútbol, Ludo aprende que genéticamente XY es un varón y XX, una niña.

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