viernes, 14 de marzo de 2008

¿Qué pasó con Baby Jane? (1962)

What ever happened to Baby Jane? (Dir. Robert Aldrich) Y nuevamente en dos días vuelvo a encontrarme cara a cara con la premisa rotulante llamada juventud. No importa viendo qué o haciendo qué, sea en el cine, el teatro, leyendo el diario o en la vida misma vuelvo a ver esa advertencia cuadrada llena de frases pasadistas y angustiantes que ponen a la niñez o la pre-adolescencia como la época de la vida más feliz de todas. En ¿Qué pasó con Baby Jane? Robert Aldrich lleva a la pantalla grande la novela homónima del escritor Henry Farrell, una historia agobiante que le hace sentir a uno desprotegido, temeroso, confundido y encolerizado. Los personajes sufridos y bondadosos, por no decir mensos, los que se ciegan estúpidamente para empezar a recibir las propias consecuencias de sus actos, siempre me han llenado de una impotencia atroz, en Baby Jane? no ocurre excepción. Las hermanas Hudson crecieron rodeadas de júbilo, público, aplausos y dinero ¿Cómo se sentiría una niña que ve una muñeca de su mismo tamaño, nombre y color de pelo, al lado de ella? ¿Cómo tendría su ego, habría que cuidarle la mente o tratarla con delicadeza? Las dos, Jane (Bette Davis) y Blanche (Joan Crawford) terminan creciendo juntas, siendo "exitosas" y no se separan ni en la vejez, ni en el transcurso de sus días, ojo que a los vecinos no les importa quién tuvo más fama de las dos, en realidad a nadie le importa, quizá solo a ella(s) misma(s) La cuestión es que la admiración, el nuevo invento llamado tv y la felicidad que transmiten ambas en lo que mejor supieron hacer, actuar, danzar, el cine; es lo que prima después de todo. Hay algunos detalles en los sucesos del film que lo hacen parecer un tanto ingenuo y soso, descuidos que quizá por ver tantas películas hoy en día no tendríamos, llámese dejar un arma al alcance de un histérico o advertirle alguna idea de rescate al victimario, etc; sin embargo esa vejez del guión no incomoda del todo dado el giro sorprendente de la historia. Al fin y al cabo sentir esa lógica es un buen indicador de que en estos tiempo vivimos una época en la que los consejos elementales están bien asimilados por la mayoría.

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